Ayer nos fuimos a Ribadavia y retrocedimos en el tiempo unos cuantos siglos. Estuvimos pocas horas pero las suficientes para descubrir que:
-nuestros modelitos eran cutres pero daban el pego, si no, no nos hubieran dejado entrar en el castillo. El año que viene, si podemos, nos lo curraremos más (fundamental: el fajín!!!), pero si no hay tiempo ni ganas... pues tampoco pasa nada.
-en la época de antaño los postres eran un capricho sólo para los más acaudalados (los señores feudales, etc.), si no, no se entiende que cobraran 7 maravedíes por 2 trocitos de tarta.
-siglos atrás la gente desayunaba calimocho.
Ayer no pudimos darlo todo (la noche anterior fue muy larga), pero el año que viene será otra "istoria"...
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